Cuando la administración da la espalda a los problemas, no desaparecen, empeoran; y mientras seguimos estudiando, perfilando qué queremos ser de mayores, mientras seguimos debatiendo y definiendo líneas estratégicas sin ejecutar ningún tipo de plan, sin tomar decisiones, sin buscar solución a esos problemas endémicos, no sólo nos mantenemos en el letargo, sino que perdemos la oportunidad del momento, algo que deberíamos haber aprendido hace mucho tiempo.