Se acabó la fiesta

La situación de falta de liquidez de las administraciones públicas está preocupando, y no poco, a muchas pequeñas empresas que ven como pasa el tiempo y siguen sin que, desde estas instituciones, se les abonen sus facturas pendientes.

Es evidente que el pago de estas facturas tiene que ser una prioridad urgente que se debe impulsar desde los distintos gobiernos. No se puede permitir mantener a nuestras empresas en esta situación de incertidumbre y con aplazamientos en los pagos tan excesivos. Sin embargo, conviene saber dónde estamos y conocer las causas que nos han llevado a esta falta de tesorería en las administraciones.

El motivo por el cual, ahora, el Govern balear y, en general, el resto de instituciones públicas, están sufriendo importantes tensiones de tesorería, es muy simple: el haber gastado más de lo que se ha ingresado. Si se gasta más de lo que se ingresa y se van pidiendo préstamos para cubrir la diferencia, poco a poco vamos incrementando una gran bola hasta que al final ésta revienta. Por tanto, la única solución para mejorar la liquidez del sector público es que las administraciones empiecen a caminar por la senda del equilibrio presupuestario y a no gastar más de lo que se ingresa. En definitiva, hacer lo contrario de lo que se ha hecho hasta ahora

En el caso del Govern balear, es a partir de 2008 cuando se empieza a detectar un aumento creciente de los déficits, llegando a los más de 1.000 millones de euros de déficit en el año 2010. Estos déficits sucesivos (gastar más de lo que se ingresa) se tuvieron que sufragar con un aumento del endeudamiento, con lo que esto implica de pago de intereses y amortizaciones. Así, los déficits acumulados de 2008 y 2009 se financiaron en el año 2009 con un endeudamiento que superó los 1.100 millones de euros. Sin embargo, los más de 1.000 millones de euros de déficit del año 2010 se financiaron con préstamos sólo en 470 millones, dejándose unos 530 millones de euros pendientes de pago a proveedores e instituciones. A esta cifra pendiente de pago se le ha de sumar el déficit acumulado hasta 30 de junio de 2011 cuyo importe es superior a los 500 millones de euros.

Como se puede comprobar, la herencia recibida por el actual Govern es una caja completamente vacía y con más de 1.000 millones de euros pendientes de pago a proveedores e instituciones públicas. Una situación ciertamente dramática.

Esta concatenación de déficits empezó a generar, ya en 2010, importantes tensiones de tesorería. Unas tensiones de tesorería que no fueron, sin embargo, óbice para que se superara en más de 480 millones de euros las partidas de gasto presupuestadas. Mientras el déficit aumentaba y los ingresos disminuían, el anterior Govern balear seguía con su política expansiva de gasto. A gastar y a gastar sin pensar que ese gasto se tendría que pagar algún día. O quizás pensando que ya lo pagarían los del PP, haciendo bueno el dicho popular: “el que vengui darrera, que tanqui sa barrera”.

Parecía que los anteriores responsables de las finanzas públicas, capitaneados por el conseller Carles Manera, no se daban cuenta de que su irresponsabilidad estaba provocando el colapso de las cuentas públicas y de toda la comunidad Autónoma.

¿Nadie se daba cuenta, por poner un ejemplo, que los ingresos en concepto de Impuesto de Transmisiones patrimoniales se había reducido un 90%? ¿Nadie se daba cuenta que no se podía seguir gastando a espuertas mientras los ingresos caían en picado?

Y mientras tanto, el gobierno de Antich seguía de bailoteo en la fiesta, en una juerga que parecía que nunca se acabaría, como si nada de lo dicho fuera con ellos. Seguían en una huida hacia adelante sin mesurar las consecuencias de su desenfreno.

Ahora que la fiesta ha acabado de forma abrupta y sin anestesia, tenemos la suerte de contar con un gobierno responsable y serio, dispuesto a sanear las cuentas públicas, a devolverlas al equilibrio presupuestario y a no gastar más de lo que se ingresa. Algo que si se hubiese procurado hacer hace unos años, ahora no nos encontraríamos en la situación de colapso en la que estamos.

Este proceso de saneamiento de las cuentas va a suponer sacrificios, reorganizar la administración, mejorar la eficiencia del sector público, en definitiva, obligará a la administración a hacer lo mismo que hacía antes pero con menos recursos.

En realidad se trata, pues, de racionalizar la administración, reformarla, hacerla más productiva, priorizar los gastos, con el objetivo puesto en dar un servicio público más eficaz y más barato.

Las últimas medidas aplicadas: supresión de los pluses de productividad, la eliminación de liberados sindicales y la no contratación de interinos, son medidas necesarias, imprescindibles diría yo, para reequilibrar las cuentas. Unas medidas a las que se sumarán otras y otras con el único objetivo de poder hacer sostenible y asumible nuestro estado del bienestar. Y en estas estamos.

Antoni Camps Casasnovas

Diputado Autonómico del Parlamento Balear

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